jueves, 1 de enero de 2009

17 DIC: DE VUELTA AL ALTIPLANO: HACIA COCHABAMBA








El miércoles 17 de diciembre nos pasamos el día viajando: 3h y m4edia desde Copacabana a La Paz y 9 h más desde La Paz a Cochabamba. Llegamos de noche, muy cansados, y nos metemos en el primer hotel asequible que encontramos.


Al día siguiente paseamos por Cochabamba; alguien nos dijo que esta ciudad era linda, pero a nosotros no nos gusta nada, es sucia y apestosa, llena de coches que pitan a todas horas, caótica urbe incansable. Así que no lo pensamos demasiado y el viernes por la mañana salimos en bus hacia Villa Tunari, un pueblecito dentro de la provincia de Cochabamba enclavado en la selva boliviana. El viaje debería haber durado 3 h, pero tardamos 5 h en llegar: el bus, un cacharro lleno de polvo y mugre; el conductor, un gordo grasiento temerario que adelanta a camiones en las curvas y grita insultos a quien hace lo mismo que él, que engulle pollo con arroz mientras conduce, que para en todos los puestecillos de carretera para comprar más y más comida, que pone cumbia y reeageton a todo volumen y a quien no le guste que trague y calle... y para colmo, a mitad de camino se pincha una rueda y hay que esperar a que el gordo la cambie. A pesar de todo llegamos sanos y salvos y nos reímos de la surrealista situación.


Villa Tunari está a 290 m sobre el nivel del mar y el cilma es muy húmedo y caluroso. El cuerpo suda a todas horas, de nuevo los mosquitos y bichos sorprendentes, las picaduras, el sol abrasador, las tormentas tropicales... Nos quedamos 3 días en este pueblo del trópico cochabambino. Una mañana hacemos rafting por el río (primera vez para los dos), remando con la corriente en los tramos rápidos (más de una vez salimos disparados de la barca al agua por la fuerza del río) y admirando la vegetación y los pájaros en los tramos tranquilos. Es curioso, las comunidades indígenas de la zona atraviesan el río en tirolina, ya que es bastante peligroso cruzarlo a nado, y a veces se ve a una familia, padre, madre e hijo, cargados con las compras, volando en la cuerda de un lado a otro.


También comemos aquí pescados frescos de río buenísimos, el surubí, el pacú y el sábalo, a la brasa, impresionantes. Son típicos de la región y resultan baratos, igual que los plátanos: puedes comprar una rama entera, en la que habrán unos 40 plátanos, por 5 bolivianos, que viene a ser medio euro, o una papaya enorme por 2 bolivianos... Nos ponemos morados de fruta y pescado.




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