jueves, 1 de enero de 2009

22 DIC: LLEGÓ LA NAVIDAD...












El dia 22, mientras en España todos esperan la llegada de las fiestas, nosotros nos pasamos parte del día y toda la noche viajando: desde Villa Tunari a Cochabamba ( 3 h y media) y de Cochabamba a Sucre (desde las 7 de la tarde hasta las 6 de la mañana). Duro viaje en un bus viejo, estrecho, lleno de gente que duerme hasta en los pasillos y en los maleteros, poco ventilación, olores fuertes... Estamos desarrolando con creces la virtud de la paciencia en este viaje.

Llegamos a Sucre, nos instalamos en un céntrico hostal, dormimos 2 horitas en posición horizontal, nos duchamos y salimos a recorrer las calles. Cómo no, el mercado nos atrapa: "¿ qué va a llevar, joven?"; "vengan, vengan! hay sopa de maní, chicharrón, majadito, tallarín con pollo!"; "comprame platanitos..."; "¿qué andan buscando?"; "ensaladita de frutas le daré, batido multivitamínico, pasen, pasen!"; "hay choripan, sanwich de palta con huevo, mate de coca, café, tomen asiento, ahisito nomás!"... Las voces de las mamitas no cesan en todo el día. Se respira la navidad, hay muchos puestos de juguetes, dulces navideños (el panetone y el roscón), árboles y adornos, belenes, villancicos (versión cumbia! socorrooo!!)

La ciudad es bonita, alrededor de la plaza 25 de mayo (fecha en que se logró la libertad en la guerra de independencia gracias al mariscal Sucre) se encuentran los edificios más importantes, todos de estilo colonial, que hoy en día hacen la función de iglesias y museos. También se ve a muchísima gente mendigando, tirada en la calle...uf!! son imágenes de 2 segundos que se clavan en la mente para toda la vida.
El día de nochebuena por la mañana viajamos a Potosí. llegamos a mediodía, nos instalamos y cogemos un micro que nos lleva al centro. Comemos una sopa en los comedores del mercado y después nos vamos hacia la Casa de la Moneda. Mala suerte: en la puerta hay un cartel que dice que va a esta cerrado 2 días por las fiestas navideñas, y justo ese es el tiempo que nos vamos a quedar... Es una pena porque dentro hay un museo del que todo el mundo habla, que cuenta la historia de la ciudad, tan importante durante la colonización con su imponente Cerro Rico, llenito de plata por fuera y por dentro, y también de cómo se empezaron a cuñar las primeras monedas en el continente. todavía hoy se sigue explotando el cerro, al pobrecito le están sacando las entrañas los sufridos mineros, que trabajan en durísimas condiciones por un sueldo de mierda. Justamente vemos una manifestación en la plaza central: para hacerse oir, estallan dinamita en las calles.
Nuestra cena de nochebuena consiste en una rica ensalada de frutas con yogur, pero poco puede comer Rober: le agarra un virus o algo así y se pasa la noche de cagaleras y vómitos...menuda nochebuena!

Al día siguiente, Navidad, como Rober está hecho polvo, nos pasamos la mañana sentados en un banco de la plaza viendo a los niños "bien" estrenando sus regalos de papá noel mientras los niños de la calle les observan con atención. Viva imagen de la desigualdad social latinoamericana.

Por la tarde cogemos el bus hacia Tarija y llegamos al día siguiente a las 6 de la mañana después de 11 h de carretera de piedras. Sin comentarios... Nos acomodamos en un alojamiento familiar y descansamos un rato. Después salimos a recorrer el centro de la ciudad: es el lugar con más gente de piel blanca que hemos visto en el país, aunque la mayoría sigue siendo indígenas. Por fin dejamos atrás el frío y el mal de altura, ciudad tranquila entre montañas, con ese particular trajineo de la gente boliviana, unos venden, otros compran, otros piden; viven, sobreviven, dejan que la vida pase sin más...

Al día siguiente nos vamos en micro a un pueblecito cercano llamado Coimata y pasamos el día en las montañas (cordillera de Sama), junto al río y los saltos de agua. Subimos 3 km por la quebrada, entre espesa vegetación, y en medio de dos cerros admiramos un salto de 3o m, espectacular. Ya teníamos ganas de naturaleza, las ciudades en Bolivia son muy pesadas. El humo que tiran los tubos de escape es irrespirable. La mayoría de los autos son viejos y no pasan ningún tipo de control. A veces tenemos que ir con media cara tapada con la chaqueta para no respirar esa porquería.

Y en fin, al día siguiente el virus me agarra a mí, igualitos síntomas que Rober, un día y medio largando residuos corporales, malestar, dolor de huesos... Depuración, al fin y al cabo, nada más grave que eso...
(FOTOS: 1) Coimata;
2) Tarija;
3) Potosí, Cerro Rico al fondo;
4) mamita e hijita;
5)mercado central de Sucre)

17 DIC: DE VUELTA AL ALTIPLANO: HACIA COCHABAMBA








El miércoles 17 de diciembre nos pasamos el día viajando: 3h y m4edia desde Copacabana a La Paz y 9 h más desde La Paz a Cochabamba. Llegamos de noche, muy cansados, y nos metemos en el primer hotel asequible que encontramos.


Al día siguiente paseamos por Cochabamba; alguien nos dijo que esta ciudad era linda, pero a nosotros no nos gusta nada, es sucia y apestosa, llena de coches que pitan a todas horas, caótica urbe incansable. Así que no lo pensamos demasiado y el viernes por la mañana salimos en bus hacia Villa Tunari, un pueblecito dentro de la provincia de Cochabamba enclavado en la selva boliviana. El viaje debería haber durado 3 h, pero tardamos 5 h en llegar: el bus, un cacharro lleno de polvo y mugre; el conductor, un gordo grasiento temerario que adelanta a camiones en las curvas y grita insultos a quien hace lo mismo que él, que engulle pollo con arroz mientras conduce, que para en todos los puestecillos de carretera para comprar más y más comida, que pone cumbia y reeageton a todo volumen y a quien no le guste que trague y calle... y para colmo, a mitad de camino se pincha una rueda y hay que esperar a que el gordo la cambie. A pesar de todo llegamos sanos y salvos y nos reímos de la surrealista situación.


Villa Tunari está a 290 m sobre el nivel del mar y el cilma es muy húmedo y caluroso. El cuerpo suda a todas horas, de nuevo los mosquitos y bichos sorprendentes, las picaduras, el sol abrasador, las tormentas tropicales... Nos quedamos 3 días en este pueblo del trópico cochabambino. Una mañana hacemos rafting por el río (primera vez para los dos), remando con la corriente en los tramos rápidos (más de una vez salimos disparados de la barca al agua por la fuerza del río) y admirando la vegetación y los pájaros en los tramos tranquilos. Es curioso, las comunidades indígenas de la zona atraviesan el río en tirolina, ya que es bastante peligroso cruzarlo a nado, y a veces se ve a una familia, padre, madre e hijo, cargados con las compras, volando en la cuerda de un lado a otro.


También comemos aquí pescados frescos de río buenísimos, el surubí, el pacú y el sábalo, a la brasa, impresionantes. Son típicos de la región y resultan baratos, igual que los plátanos: puedes comprar una rama entera, en la que habrán unos 40 plátanos, por 5 bolivianos, que viene a ser medio euro, o una papaya enorme por 2 bolivianos... Nos ponemos morados de fruta y pescado.