martes, 18 de noviembre de 2008

14 NOV: RUMBO AL NORTE- SALTA











Desde Posadas, capital de Misiones, tomamos un bus hacia Salta. 18 h de carretera y aire acondicionado a lo bestia. Atravesamos la provincia de El Chaco, llamado "El impenetrable"; parajes llanos y verdes, pueblitos perdidos entre la niebla, gentes de piel morena y pelo negro (descendientes de los Toba, indígenas de la zona)...



Llegamos a la cuidad de Salta a las 7 de la mañana. Encontramos cámping municipal a las afueras y montamos la carpa. Compramos verduras y frutas en el mercado central para las próximas 3 o 4 comidas. Los mercados en este país son fascinantes: suelen ser cerrados, varios pisos de pasadizos llenos de tiendecitas y puestecillos de todo lo que se pueda imaginar. Nos encanta perdernos en ellos, tan llenos de gente, de colores, de alimentos, ropas, aparatos, voces que anuncian las ofertas del día, música del folklore argentino que suena en los viejos radiocasettes de los estantes...



Para no perder la costumbre, por la tarde de pone a llover. Visitamos el centro a pesar de todo: muchas iglesias y edificios coloniales. A esta ciudad la llaman "la Linda", aunque, sinceramente, no nos lo ha parecido tanto. El centro es lindo, pero las afueras...pasa en todas partes, imagínense en América Latina.



A la mañana siguiente nos movemos dirección sur, a un lugar llamado Dique Cabra Corral. También hay cámping, 3 pesos la noche. Como es domingo y está soleado, los lugareños están reunidos en familia y cocinando asado; se respira el olor a carne a la brasa, habrá como 30 familias con sus asaditos y su cumbia sonando en el auto.



Hacemos caminatas al borde del dique, las montañas a lo lejos, atardeceres entre el pasto y los caballos... El lugar es como una granja con los animales sueltos: chanchos, perros, gatos, cabras, vacas, toros, caballos, hasta un loro nos saluda cada mañana. Convivimos con ellos y ellos con nosotros. Nos aceptan y les aceptamos.



El martes nos movemos hacia Cafallate, un poco más al sur siguiendo la ruta 68. Es un pueblito encantador, muy pequeño y muy enfocado al turismo. Nos alojamos en una casa particular muy hippie; los dueños son una pareja más o menos de nuestra edad. Acampamos en el jardín, bajo las viñas, y nos cobran 20 pesos al día. Hay un quincho muy acogedor, ponen muy buena música y se respira bienestar en cada rincón. Por las noche, mientras cenamos, los sapos revolotean a nuestros pies. Es impresionante ver cómo uno de ellos se zampa en un instante a un escarabajo del tamaño de su cabeza: abre la boca, lo engulle, se convulsiona durante 2 o 3 segundos, y se queda largo rato quietito, como haciendo la digestión.




Hay varias excursiones por los alrededores de Cafayate y pasamos dás muy intensos, a pleno. El miércoles salimos caminando hacia el cerro de Santa Teresita, un mirador que queda a 2 km del pueblo. Allá arriba tomamos unos mates admirando la inmensidad de las montañas. Después tomamos el sendero hacia la cascada del río Colorado; 4km de camino de tierra y después a seguir el curso del río que cae de entre las montañas. Hasta el momento un imponente sol nos abrasa los hombros, pero al empezar a subir el río, entre rocas y montaña, llegan nubes muy muy grises. Nos cruzamos a un grupo de gente que baja con un guía nativo de la zona y el hombre nos advierte que va a haber tormenta y va a ser grossa, sobre todo por la subida del río. Los guías a veces son un poquito mezquinos, y más con gente que va sola, ya que ellos cobran 20 mangos por persona si te llevan, y nos han advertido que no les hagamos demasiado caso. Así que seguimos, pero empieza a tronar, y nos cruzamos a otro guía que nos vuelve a advertir de lo mismo. Y empieza la lluvia. Y los truenos. Cómo suenan los truenos entre estas montañas. Empezamos a bajar, la lluvia nos empapa hasta los huesos. Y suenan los truenos, y el río cada vez baja más bravo. Llegamos al camino de tierra y vamos corriendo para ganar un poquito de calor corporal; tras haber corrido más o menos 1km, pasa un pick-up 4x4, le pedimos que nos lleve y nos deja subir atrás; el camino seco que recorrimos hace un par de horas se ha convertido en un auténtico barrizal por donde cae el agua como en un arroyo; hubiera sido duro hacerlo andando. Llegamos por fin al pueblo: ducha caliente y ropa seca, qué importante es la ropa seca...




El jueves a las 7 de la mañana estamos en pie; alquilamos dos bicis y las cargamos en bus hasta la Quebrada de las Conchas; este lugar es un conjunto de montañas con formas muy particulares; se han ido modelando por la acción del viento y el agua a lo largo de millones de años. Nos bajamos en la Garganta del Diablo, que está a 47 km del pueblo; desde ahí vamos en bici por la ruta, entre cuestas y bajadas, parando en las diferentes geoformas indicadas por cartelitos: el anfiteatro, el sapo, el fraile, el obelisco, las ventanas, los castillos... Impresionante el paseo, el paisaje, el sol y el dolor de culo. Calculamos mal el agua y a 20 km del pueblo nos quedamos sin una gota (¡gran putada!); pasamos por delante de unas furgonetas de excursionistas, los turistas están lejos, caminando por la quebrada, dejaron las ventanillas bajadas y hay tres botellas de agua en el salpicadero. Como quien pasa desapercibido, les pegamos un largo trago como desesperados y huímos de la zona del delito. No sé qué hubiera pasado sin ese trago porque los últimos km se nos hacen bien largos, menos mal que las nubes taparon el Sol. Al llegar al pueblo bebemos, bebemos y rebebemos más. Qué importante es el agua...




Al día siguiente decidimos tomarnos un día de decanso y lo pasamos en el quincho de la casa, charlando con los demás viajeros, cocinando a la leña, disfrutando del queso y el vino de la región, replaneando el viaje (como tantas y tantas veces hemos hecho ya). Daniela y Juan , los dueños de la casa son artesanos; hacen collares y cosas así con cuerdas, piedras y semillas que van trayendo de los diferentes países por donde van a vender (Bolivia, Perú, Brasil...). Nos hacen un collarcito al gusto. Por la noche cenamos todos en el quincho, tarta de verduritas y buen vino.




Al día siguiente la intención es irnos hacia Cachi, dirección norte por la ruta 40 (la famosa ruta 40 que cruza toda Latinoamérica); pero al ser sábado no hay colectivos, así que nos quedamos un día más, sin prisas, sin lamentarnos; el lugar y la hospitalidad es bárbara. Nos invitan a comer pizza y pan cocinado al horno de barro.




(...)

1 comentario:

JMS dijo...

Ei macus!!!
Naltrus també us trobem a faltar, sobretot el despertador natural d'en Rober!!!jejeje. No en serio!!!
Molt guai i ideal per a l'economia el tema camping no???!!Enveja!!!
Naltrus continuem d'Hostels, planificant una ruta cap a Bolivia i Perú, com ho veieu?jeje.
Demà dimecres pugem cap a Purmamarca, despres Tilcara i despres Humahuaca, pero tranquilament eh!!
A Cafayate ja hi vam ser, està bastant bé, vam estar a l'hostel Ruta40, d'allà a Cachi anireu oi?Preciós!!! Aviam si ens veiem!!
Salut i petons
Berta i Jordi