viernes, 24 de octubre de 2008

SAN NICOLÁS: PRIMERA ESTACIÓN











Llegamos a Argentina, llegamos a un lugar entrañable, cálidos abrazos, primer punto de encuentro. Tenemos una familia aquí, así lo hemos sentido desde el principio.
La gente se ha entregado a nosotros con absoluta humildad, haciendo siempre lo posible por hacernos sentir como en casa.

San Nicolás es una ciudad donde nos sentimos cómodos; la casa de Laura y Dorito está en el centro, así que vamos caminando o en bici a todos lados.
Las excursiones más gratificantes han sido las que hemos hecho a la costanera, el camino que recorre la vereda del río. Salimos con las bicis, pedaleando despacio, admirando el paisaje. De repente un caballo en el camino, o un toro, o un grupo de vacas... Mate, almuerzo, regreso a casa, un día lleno de sonrisas.

El día que fuimos a la isla fue mágico. En el club (un lugar junto al río bien arregladito para pasar el día, piscinas, parrillas, restaurantes, canchas de básket, playita, canoas...) cogimos un kayac que nos prestó Agus, y remando, no muy acertadamente, llegamos a la isla, una extensión enorme de terreno formado de manera natural como consecuencia de las crecidas y vaivenes del río. Allí nos dirigimos para visitar el rancho de Raúl, un viejo amigo qure conocimos en Gandía. Al son del cantar de los pájaros tomamos mate caliente y conversamos sobre la vida y nuestro paseo por ella. No faltó la visita de los caballos, que libres y felices paseaban en grupo por los alrededores del rancho. Vuelta a la ciudad, remando todavía peor, pero llegando sanos y secos al otro lado...
El primer fin de semana salimos con Rodri y los amigos al Gap, un boliche donde ponen rock y cumbia. Fue divertido. El segundo estuvimos con Agustín y Luciana, grandes personitas que conocimos aquí, y nos llevaron al teatro a ver un espectáculo de danza. También con ellos visitamos Rosario, una cuidad muy linda que queda a una hora de San Nicolás. Allí fuimos a ver un concierto de música electrónica y jazz en un pequeño centro cultural. Al día siguiente paseamos por la costanera de Rosario y nos sentamos a comer en un restaurante junto al río, donde probamos la boga asada (un pescado de río). Impresionante.

Además de disfrutar de los lugares, lo más importante y enriquecedor ha sido haber conocido a personas tan humildes y gentiles, personas que nos han ofrecido su casa, que nos han llevado aquí y allá, que nos han explicado la historia y anécdotas del lugar, que nos han orientado y aconsejado, que nos han hecho sentir tan agusto. Es una gran suerte contar con una familia en este gran país.

Y otra cosa muy importante que hay que agradecer: la comida. Levantarse cada mañana y encontrar la mesa llena: el mate, la fruta, las galletitas, la miel de la isla, el dulce de leche, todo buenííísssiimo. Después las comidas y cenas: verduras al horno, tartas, ensaladas de mil colores, legumbres, arroces, pastas, milanesa, asado, peceto (la mejor parte de la vaca)... Nos han cuidado en todo detalle, en todo momento y en todo lugar.
Queremos agradecerle a toda la gente que nos ha ayudado a pasar unos días inolvidables en San Nicolás. Gracias de corazón por vuestra enorme bondad.

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